Participé la semana pasada en Sanibel Writers Conference, organizada por Florida Gulf Coast University. Es una conferencia prestigiosa, con siete o más años de existencia, muy bien organizada y con la participación de reconocidos escritores americanos. La agenda incluyó todo lo que es habitual en este tipo de eventos: una mezcla muy bien balanceada de talleres sobre diferentes tipos de escritura; sesiones donde escritores ya consagrados leyeron apartes de sus trabajos (o sea los famosos readings); coctel todas las noches para hacer networking; y, paneles de discusión con editores y agentes literarios. Acerca de los agentes literarios quiero escribir con más detalle en los siguientes días y quizás comparar la experiencia con la de los agentes del mundo Hispano.
Una cosa que me llamó la atención de la conferencia fue la variedad de géneros de escritura que estuvieron representados. El programa incluyó tanto talleres de narrativa y de poesía, como de autobiografía y testimoniales, blogs, y guiones para cine. La verdad, en este mercado todos esos géneros tienen una audiencia y un comprador. De hecho, descubrí más tarde que en el 2011 el género de libros más vendido en los EE UU fue (¡sorpresa!) biografía, seguido de autobiografía, mientras que, contrario a mis propias expectativas, los thrillers solo ocuparon el cuarto o quinto lugar.
Lo que quiero resaltar aquí es que la variedad de géneros refleja algo que a veces parece que se olvida, y es que el impulso del escritor es uno, y el mismo, a lo largo y ancho de todo lo que pueda ser susceptible de ser escrito, o sea…todo.
Creo que la necesidad de expresarse y compartir el pensamiento, que es lo que lleva a los escritores a serlo, es el factor común en todas las formas de escritura independientemente de que se trate de la metáfora y la palabra bella de la poesía, o de los inventos de la ficción para dibujar con palabras pero disfrazada a la vida, o de la idiosincrasia reflejada en los diálogos de la televisión y el cine, o de los análisis del contexto y de la psicología que se encuentran en la biografía y la autobiografía…
Algo que resulta increíble es que ésa necesidad de expresión del escritor se convierte en un sueño que no tiene edad ni momento. Los participantes en la conferencia, por ejemplo, se distribuyeron a partes iguales entre universitarios, adultos jóvenes, y adultos mayores incluyendo algunos más que mayores, todos persiguiendo su sueño de dedicarse alguna vez, o ahora, a ser escritores, en forma independiente de su edad o su condición de vida, quizás porque el derecho a perseguir los sueños no expira.
Una palabra acerca de los talleres de narrativa de la conferencia: la famosa fórmula ha cambiado un poco, pero aún existe, y todavía se cree en ella. Será el tema para mañana, creo.