GRACIAS AL LAGO Y A SUS HIJOS
Despierto cada mañana hacia la tres o cuatro, enciendo mi computador, y, desde mi almohada, escribo mis historias. La novela del momento avanza (acabo de terminar La fatalidad de la gallina), los cuentos emiten sus voces irónicas, los poemas me desafían, mi blog y mis colaboraciones literarias toman forma. Todo eso, mientras que a través de mi inmenso ventanal carente de disfraces (cortinas), el lago Michigan me mira. A veces está quieto y […]