Philip Roth es considerado el más grande novelista americano contemporáneo, comparable a John Dos Passos y a Faulkner. Ha ganado los más importantes premios de literatura nacionales, algunos de ellos repetidas veces, incluyendo el Premio Pulitzer y el National Book Award. Se dice que ha sido candidato al premio Nobel durante los últimos tres a cinco años. El fragmento que transcribo a continuación pertenece a su novela Pastoral Americana (Editorial Debolsillo, Junio 2013), con la cual ganó el premio Pulitzer en 1997.
“El sueco…Durante los años de la guerra, cuando yo todavía iba a la escuela primaria. ese era un nombre mágico en nuestro vecindario de Newark, incluso para los adultos a los que sólo una generación separaba del viejo gueto de la calle Prince, y que aún no estaban tan impecablemente americanizados como para quedarse como si les hubieran dado un balonazo en la cara ante la destreza de un atleta de escuela media. Su nombre era tan mágico como su rostro anómalo. Entre los pocos alumnos judíos de tez blanca de nuestra escuela, donde preponderaban los judíos, ninguno poseía nada que se pareciera ni remotamente a la máscara vikinga inexpresiva y de mandíbula escarpada de aquel rubio con ojos azules nacido en nuestra tribu con el nombre de Seymour Irving Levov”.
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Martha Cecilia Rivera, Chicago, Noviembre 2013