EL RITMO

EL RITMO

Creo que en la posibilidad de que el lector se aferre a las páginas de una novela y no quiera soltarla hasta saber que sucede después, y lo que sucede luego, y lo que sucede más adelante, hay, además de la historia, dos factores que juegan un papel definitivo: su ritmo y la forma como se  concatenan sus acontecimientos.

El ritmo de la novela, propone Italo Calvino, es lo que está determinado por la continuidad y la discontinuidad con la que suceden los acontecimientos en el tiempo:

“El arte gracias al cual Shahrazad salva cada noche su vida reside en saber encadenar una historia con otra y en saber interrumpirse en el momento justo: dos operaciones sobre la continuidad y la discontinuidad en el tiempo. Es un secreto de ritmo, una captura del tiempo…”(Italo Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio. Capítulo 2, Rapidez. Página 51. Ediciones Siruela, 2002)

Dicho de otra manera, el ritmo de la novela resulta de la velocidad con la que ocurren los acontecimientos en la historia, en relación con los momentos en los que se cuentan esos acontecimientos y los momentos en los que se anuncian pero no se narran todavía.

En una novela (a diferencia del cuento que por definición tiene un espacio mucho más corto), un acontecimiento puede tener una duración de un capítulo entero o más, un párrafo o una frase únicamente. Lograr un balance apropiado es una tarea permanente del novelista. A mí me parece que cuando las páginas se atiborran de acontecimientos que se suceden unos a otros a toda velocidad, se cae con facilidad en inventarios que evocan la estructura de los thrillers en la pantalla grande. La narración se vuelve anecdótica. Una rápida sucesión de cosas que pasan sí puede llegar a ser un recurso efectivo para estimular el interés del lector y provocarle excitación por conocer que será lo que sigue, pero no será el factor definitivo, mientras que hace que la novela se acerque más a un best seller basado en la fórmula, que a una experiencia literaria en el sentido cabal de la palabra.

Yo en lo personal prefiero dedicar tiempo y páginas a revestir los sucesos de la historia con imágenes metafóricas algunas veces, o con exploraciones en el mundo interior de los personajes, o con descripciones hermosas que les dan contexto y textura, porque todo ello aumenta para el lector el verdadero placer de la literatura.

Algo que me ayuda a encontrar balance, es contar el número de páginas que he dedicado a un acontecimiento y compararlo con las páginas dedicadas a otros sucesos en relación con la importancia de cada suceso dentro de la historia. Un evento que es uno de los ejes de la historia tendrá una extensión distinta que uno superficial o menos importante.

Mañana escribiré acerca de la continuidad/discontinuidad y más adelante acerca de la concatenación de los acontecimientos. Hay un tercer aspecto acerca del ritmo, el ritmo de la forma, al cual también quiero dedicarle un tiempo.