GEPPETTO ©
Un microrrelato de Martha Cecilia Rivera.
Solo le hace falta tener una vida verdadera. Después de todo ya tiene una existencia concreta, ojos, boca, torso, brazos y piernas, aunque solo de madera. Gepeto lo observa por un tiempo inmenso. Al final, igual que todo ser humano que se aferra a su propia existencia, se inventa una esperanza: algún día su hijo tendrá una piel auténtica. También como todos, se imagina un hada, un mago o un dios para resolverle las carencias, y es en en ese momento cuando aparece la nariz que crece y crece con esa, y todas las otras ideas bobas.