INCóGNITO PARA COMPRAR UN LIBRO

Caminaba por el centro de México D.F. hace tantos años que parece haber sido en otra vida, y disfrutaba de ese placer irrepetible que representa encontrar tesoros de libros entre quioscos de libreros de segunda mano, comprando aquí, olfateando allá, contando dinero todo el tiempo para ver si aún me alcanzaría para esta perla o esta otra joya. Entre todo eso apareció de pronto Mi Lucha. Me apresuré a recontar monedas y billetes, presa de una gran urgencia por tenerlo. Sentí que esa sería una ocasión irrepetible de diseccionar por mi misma esa mente enferma. Ese fue el único motivo de mi interés por el libro. No lo compré, después de todo, debido al horror en los ojos de la persona que iba conmigo, un extraordinario filósofo de la Universidad Nacional de Colombia que por esos días acababa de resolver uno de los problemas más importantes de la filosofía del lenguaje de Wittgenstein. Resultó definitivo, en mi decisión de no comprar Mi Lucha, que un intelectual tan brillante como Alejandro Gordillo no hubiera aceptado que yo no quería comprar el libro en apoyo a las ideas que discutía, sino movida por la curiosidad con el propósito exclusivo de diseccionarlas y rebatirlas.

Tantos, pero tantos lustros después, no he podido menos que experimentar un sobresalto al enterarme de que el advenimiento del formato electrónico ha convertido el mismo libro en todo un best seller. De acuerdo con un reporte del diario británico “The Guardian”, la privacidad determinada por el hecho de que la versión electrónica se puede comprar y leer en anonimato es lo que ha determinado el fenómeno. Me pregunto si se trata realmente de la privacidad, o el hecho de que el formato electrónico ha puesto el libro al alcance (antes no se conseguía fácilmente) y con un costo bajo también han jugado un papel importante.

http://www.theguardian.com/books/2014/jan/09/mein-kampf-ebook-bestseller-adolf-hitler

También me pregunto qué es lo que puede haber despertado la curiosidad del lector corriente, el público de novelas y relatos sin pretensiones literarias ni intelectuales, que son el grueso de los compradores de libros. Viene a mi mente el hecho de que uno de los libros más vendidos en los últimos años, La ladrona de libros, que en el 2013 superó en ventas todo otro libro de ficción en USA, incluye en uno de sus capítulos un cuento visual que, según el hilo del relato, fue escrito en las páginas blanqueadas de un ejemplar de Mi lucha de tal modo que hasta es posible leer algunas de sus frases. Coincidencia o no, no puedo dejar de pensar una vez más en qué tremenda es nuestra responsabilidad como escritores. Mi mirada se ha contagiado ahora del horror en los ojos de Alejandro.

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Martha Cecilia Rivera, Chicago, Enero 2014