Cansada de leer obras de candidatos fuertes al Premio Nóbel, en las que encuentro historias interesantísimas sobre momentos o lugares concretos de la historia humana con tramas brillantemente entretejidas, y nada más, necesité volver a los maestros viejos. El siguiente ejemplo de Jean Paul Sartre me reconcilió con la vida literaria. No quiero decir con esto que todos los candidatos al Nóbel 2014 me parezcan indignos de serlo. Es sólo que, en mi opinión, algunos nombres definitivamente no deberían aparecer en la misma lista en la que aparecen algunos otros. En mi nota de mañana presentaré otro candidato y continuaré hasta finalizar la lista de casi treinta nombres.
LA NáUSEA
…”Algo me ha sucedido, no puedo seguir dudándolo. Vino como una enfermedad, no como una certeza ordinaria, o una evidencia. Se instaló solapadamente poco a poco; yo me sentí algo raro, algo molesto, nada más. Una vez en su sitio, aquello no se movió, permaneció tranquilo, y pude persuadirme de que no tenía nada, de que era una falsa alarma. Y ahora crece”…
…”Hace un instante, cuando iba a entrar en mi cuarto, me detuve en seco al sentir en la mano un objeto frío que retenía mi atención con una especie de personalidad. Abrí la mano, miré: era simplemente el picaporte. Esta mañana en la biblioteca, cuando el Autodidacto5 vino a darme los buenos días, tardé diez segundos en reconocerlo. Veía un rostro desconocido, apenas un rostro. Y además su mano era como un grueso gusano blanco en la mía. La solté en seguida y el brazo cayó blandamente”…
…”Las tres. Las tres, siempre es demasiado tarde o demasiado temprano para lo que uno quiere hacer. Momento absurdo de la tarde. Hoy es intolerable. Un sol frío blanquea el polvo de los vidrios. Cielo pálido, borroneado de blanco. El agua de las alcantarillas estaba helada esta mañana. Digiero con pesadez, cerca del calorífero; sé de antemano que es un día perdido. No haré nada bueno, salvo, quizá, cuando haya caído la noche. Es por el sol; dora vagamente sucias brumas blancas, suspendidas en el aire sobre el depósito; se escurre en mi cuarto, muy rubio, muy pálido; pone sobre mi mesa cuatro reflejos desteñidos y falsos”…
…”Día perfecto para volver sobre uno mismo: las frías claridades que el sol proyecta, como un juicio sin indulgencia, sobre las criaturas, entran en mí por los ojos; me ilumina por dentro una luz empobrecedora. Me bastarían quince minutos, estoy seguro, para llegar al supremo hastío de mí mismo. Muchas gracias, no hay interés”…
GRACIAS POR LEER Y COMPARTIR MI BLOG: http://www.florentinoletters.com
Martha Cecilia Rivera, Chicago, Diciembre 2013