LA PRESENCIA DEL LECTOR AL ESCRIBIR

Leer es un pacto de generosidad entre el autor y el lector. Cada uno confía en el otro. Cada uno cuenta con el otro, demanda de parte del otro tanto como demanda de sí mismo” (1).

Escribir pensando en el lector es algo que, a mi modo de ver, agrega angustia al proceso creativo del escritor. Sería más fácil sentarse enfrente de la página en blanco del computador y dejar fluir las ideas, teclear y teclear sin interrupción hasta agotar todo aquello que pueda surgir de la mente o del corazón. Es lo que hacen las personas cuando escriben sus diarios íntimos, no los novelistas cuando estan creando sus obras.

Preguntarse, dentro del proceso creativo del novelista, si un determinado pasaje resultaría verosímil o no, si un personaje le agregaría realmente fuerza o textura a la historia, o si una frase produciría un impacto emocional (experiencia estética), son formas de tener presente al lector cuando se escribe, a pesar de que ése lector en realidad aún no existe. Es un reconocimiento tácito, y estructural, de que es escribe para alguien y de que se espera establecer una conexión con ese alguien a través de lo escrito. Se cuenta, como dice Sartre, con el lector desde el principio.

De ahí viene parte de la angustia. Una de las razones de esa angustia proviene del hecho de que el escritor no sabe en realidad qué es lo que se lee en lo que está escribiendo, “cómo se ve”, o “cómo cae”, eso que está creando. “Somos (los escritores) proporcionalmente menos conscientes de la cosa producida que de la actividad productiva en sí misma)” (1). Escribimos, es decir, juntamos palabras y frases con la intención de expresar esto o de narrar aquello, pero en realidad no sabemos si lo estamos logrando. Es sólo después, cuando el tiempo ha pasado y leemos de nuevo eso que hemos escrito, que nos damos cuenta de qué es en realidad lo que resultó de nuestro trabajo. Si no parece bueno, o suficiente, la angustia aumenta y mueve (o debería mover) a corregir, editar, modificar, seguir trabajando y trabajar de nuevo. De ahí que se trate de un oficio, también como dice Sartre, de extrema exigencia “Cada uno demanda de parte del otro tanto como demanda de sí mismo”.

(1) Jean Paul Sarte. Why Write. En “What is Literature” Traducción libre del inglés.