Leí esta obra de Saramago, una de sus primeras, originalmente en inglés y no me impresionó en absoluto. Me estoy expresando mal. No es que no me impresionó, es que lo que me causó impresión fue lo distante que la encontré con respecto a su producción posterior. Resultó en cierta forma reconfortante encontrar pasajes, varios, en los que el autor no logró resolver problemas semejantes a algunos que a mí me tomó años y resmas de papel para resolver. Siempre es necesario empezar en alguna parte.
“Seguiré pintando el segundo cuadro, pero sé que no voy a acabarlo nunca. La tentativa ha fracasado, y no hay mejor prueba de esta derrota, o fallo, o imposibilidad, que la hoja de papel en la que empiezo a escribir: hasta un día, tarde o temprano, en que iré del primer cuadro al segundo y vendré luego a este texto, o saltaré la etapa intermedia, o interrumpiré una palabra para acercarme a poner una pincelada en la tela del retrato que S. me encargó, o en aquel otro, paralelo, que S. no verá. No sabré más en ese día de lo que hoy sé (que ambos retratos son inútiles), pero podré decidir si ha valido la pena dejarme tentar por una forma de expresión que no es la mía, aunque esa misma tentación signifique, en definitiva, que tampoco era mía la forma de expresión que he venido usando tan aplicadamente como si siguiese las reglas fijas de cualquier manual. No quiero pensar, por ahora, en lo que voy a hacer si hasta esta escritura me falla, si, en adelante, las telas blancas y las hojas blancas fuesen para mí un mundo que gira a millones de años luz y donde no podré trazar el menor signo”…
José Saramago. Manual de Pintura y Caligrafía. Alfaguara, 2010.
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Martha Cecilia Rivera, Chicago, Enero 2014