UN CUENTO MíO

EN LAS BUENAS Y EN LAS MALAS
Martha Cecilia Rivera

Limpié toda la casa y la dejé impecable. No quedó ni una sola gota del reguero de sangre, de modo que a tu regreso podremos reiniciar, igualitica y sin recuerdos funestos, nuestra vida de casados. Te traje un racimo de uvas verdes de semilla grande, de esas que tanto te gustan, los doctores dicen que hasta hoy al medio día te será permitido comer frutas. En esta bolsa, tus elementos de higiene: cepillo, crema y rasuradora. Colonia no, para evitarte la tentación de coquetear con las enfermeras, aunque esta vez si te creo que no volverás a serme infiel con nadie. En esta caja, llena de hielo, lo he mantenido desde que lo saqué del cubo de basura al que lo arrojé cuando te lo corté antenoche. Lo siento, no sucederá de nuevo. Lo entregué a los doctores hoy mismo, más temprano, por eso es que todavía tengo la caja. Ya lo examinaron, ya dijeron que todavía no está del todo muerto, y ya accedieron a intentar ponértelo de regreso a su sitio entre tus piernas durante la cirugía de mañana. No garantizan, sin embargo, que volverá a funcionar como antes.

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Martha Cecilia Rivera, Chicago, Febrero 2014