HERMANN HESSE
Alemania, 1877 – 1962
Premio Nobel de Literatura 1946
“El día había transcurrido del modo como suelen transcurrir estos días; lo había malbaratado, lo había consumido suavemente con mi manera primitiva y extraña de vivir; había trabajado un buen rato, dando vueltas a los libros viejos; había tenido dolores durante dos horas, como suele tenerlos la gente de alguna edad; había tomado unos polvos y me había alegrado de que los dolores se dejaran engañar; me había dado un baño caliente, absorbiendo el calorcillo agradable; había recibido tres veces el correo y hojeado las cartas, todas sin importancia, y los impresos, había hecho mi gimnasia respiratoria, dejando hoy por comodidad los ejercicios de meditación; había salido de paseo una hora y había visto dibujadas en el cielo bellas y delicadas muestras de preciosos cirros”.
“Cada vez en este trance que me desgarraba terriblemente las entrañas, había saltado roto en pedazos mi yo de cada época, siempre lo habían sacudido violentamente y lo habían destrozado potencias del abismo, cada vez me había hecho traición un trozo favorito y especialmente amado de mi vida y lo había perdido para siempre. En una ocasión hube de perder mi buen nombre burgués juntamente con mi fortuna y aprender a renunciar a la consideración de aquellos que hasta entonces se habían quitado el sombrero delante de mí”.
“Goethe soltó una carcajada. Fue a su mesa, abrió un cajón, sacó un precioso estuche de piel o de terciopelo, lo abrió y me lo puso delante de los ojos. Allí estaba sobre el oscuro terciopelo, pequeña, impecable y reluciente, una minúscula pierna de mujer, una pierna encantadora, un poco doblada por la rodilla, con el pie estirado hacia abajo, terminando en punta en los más deliciosos dedos. Alargué la mano queriendo coger la pequeña pierna que me enamoraba, pero al ir a tocarla con los dedos, pareció que el minúsculo juguete se movía con una pequeña contracción, y se me ocurrió de repente la sospecha de que éste podía ser el escorpión. Goethe pareció comprenderlo, es más, parecía como si precisamente hubiese querido y provocado esta profunda inquietud, esta brusca lucha de deseo y temor”.