GABO, EL REPORTERO

De Gabriel García Márquez como cronista y como periodista se sabe mucho menos que como novelista, porque como es común en nuestro medio, sus tiempos dedicados al periodismo tuvieron lugar muy temprano en su carrera. En estos días en que su estado de salud ha ocupado los medios en todo el mundo, han empezado a aparecer, junto con las últimas noticias sobre su salud, artículos variados incluyendo las facetas menos conocidas de su carrera, entre ellas su trabajo periodístico, como guionista de cine y en agencias de publicidad en México. Transcribo algunos párrafos de uno de sus artículos con ocasión de su visita periodística a los países detrás de la antigua Cortina de Hierro. El estilo es definitivamente, el estilo literario que le conocemos.

I
“La cortina de hierro es un palo pintado de rojo y blanco

La cortina de hierro no es una cortina ni es de hierro. Es una barrera de palo pintada de rojo y blanco como los anuncios de las peluquerías. Después de haber permanecido tres meses dentro de ella me doy cuenta de que era una falta de sentido común esperar que la cortina de hierro fuera realmente una cortina de hierro. Pero doce años de propaganda tenaz tienen más fuerza de convicción que todo un sistema filosófico. Veinticuatro horas diarias de literatura periodística terminan por derrotar el sentido común hasta el extremo de que uno tome las metáforas al pie de la letra”…

…”Pero las indemnizaciones no son hereditarias. Los expropiados tienen hijos, parásitos adolescentes que ayudan a los viejos a gastarse la plata mientras están vivos. Es una generación ignorante, sin perspectivas, sin ningún gusto por la vida, criada en un ambiente de resentimientos, en la evocación diaria de un pasado esplendoroso. Detestan los valses tristes y consideran que la champaña tiene muy poco alcohol. Para desconectarlos de la sociedad, el estado creó esos cabarets donde se saca el dinero hasta en los servicios sanitarios, una especie de campo de concentración donde los hijos de los expropiados se encierran a podrirse vivos”..

…” Esos son los militares rusos. Se aburren como ostras en un país cuya lengua ignoran, donde saben que se les detesta. Se les ve aparecer con una cara de cemento armado, impresionantes, hasta cuando uno descubre que su aspecto feroz es pura timidez. Particularmente los soldados son montaraces, cimarrones, buenotes, sacados a lazo de las remotas aldeas soviéticas. No es mentira: cuando entraron a Berlín despedazaban los lavamanos porque creían que eran instrumentos de guerra. Algunos de esos están todavía en Alemania, sin mujeres, emborrachándose solos y bailando unos con otros en los casinos. Esa costumbre de bailar dos hombres, que es corriente en la Unión Soviética, es en Alemania Oriental una necesidad impuesta por el medio”…

Tomado de: Gabriel García Márquez. “90 Días en la “Cortina de Hierro”. Revista Cromos, 1957.