LA TIA JULIA Y EL ESCRIBIDOR

Mario Vasgas Llosa
Perú, 1936
Premio Nobel de Lietratura 2010

LA TIA JULIA Y EL ESCRIBIDOR

“Traté de envenenar sus ilusiones. Le dije que acababa de comprobar que los bolivianos eran antipatiquísimos y que Pedro Camacho se llevaría pésimo con toda la gente de Radio Central. Su acento caería como pedrada a los oyentes y por su ignorancia del Perú metería la pata a cada instante. Pero él sonreía, intocado por mis profecías derrotistas. Aunque nunca había estado aquí, Pedro Camacho le había hablado del alma limeña como un bajopontino y su acento era soberbio, sin eses ni erres pronunciadas, de la categoría terciopelo”.

“-Estoy contra el matrimonio -le dije, con el aire más pedante que pude-. Soy partidario de lo que llaman el amor libre, pero que, si fuéramos honestos, deberíamos llamar, simplemente, la cópula libre.
-¿Cópula quiere decir hacer cosas? -se rió. Pero al instante puso una cara decepcionada:- En mi tiempo, los muchachos escribían acrósticos, mandaban flores a las chicas, necesitaban semanas para atreverse a darles un beso. Qué porquería se ha vuelto el amor entre los mocosos de ahora, Marito”.

“La tía Julia salía siempre, a almorzar o a tomar té, con sus numerosos pretendientes, pero me reservaba las noches. Íbamos al cine, en efecto, a sentarnos en las filas de atrás de la platea, donde (sobre todo si la película era muy mala) podíamos besamos sin estorbar a otros espectadores y sin que alguien nos reconociera. Nuestra relación se había estabilizado rápidamente en lo amorfo, se situaba en algún punto indefinible entre las categorías opuestas de enamorados y amantes. Éste era un tema recurrente de nuestrasconversaciones. Teníamos de amantes la clandestinidad, el temor a ser descubiertos, la sensación de riesgo, pero lo éramos espiritual, no materialmente, pues no hacíamos el amor (y, como se escandalizaría más tarde Javier, ni siquiera “nos tocábamos”). Teníamos de enamorados el respeto de ciertos ritos clásicos de la adolescente pareja miraflorina de ese tiempo (ir al cine, besarse durante la película, caminar por la calle de la mano) y la conducta casta (en esa Edad de Piedra las chicas de Miraflores solían llegar vírgenes al matrimonio y sólo se dejaban tocar los senos y el sexo cuando el enamorado ascendía al estatuto formal de novio), pero ¿cómo hubiéramos podido serlo dada la diferencia de edad y el parentesco? En vista de lo ambiguo y extravagante de nuestro romance, jugábamos a bautizarlo: ‘noviazgo inglés’, ‘romance sueco’, ‘drama turco’”.