Un microrrelato de Martha Cecilia Rivera ©
Tiemblo.Me ahogo y algo aplasta mi pecho. Con esfuerzo me levanto y doy un paso adelante, pero caigo en un pozo de sangre. Sin éxito, trato de despertarme. El sueño me aprisiona y no consigo abrir los ojos. Una persona grita que no podré respirar jamás el mismo aire. Estoy helada y pido a gritos una manta que nadie trae. Frente a mí, una vieja horrible, desdentada y sin ojos en las cuencas a quien alguien llama Historia, se carcajea. Envuelta en sudor, despierto y corro hacia mi esposo para advertirle, “Poncio, Poncio, ¡no crucifiques a ese hombre, no lo crucifiques!”