SIMBOLISMO EN LAS HISTORIAS DE KAFKA

Todos conocemos a Kafka como un maestro del simbolismo. Pensador brillante e inspirado, sus relatos no parecen incluir metáforas sino ser en sí mismas extensas metáforas. La Metamorfosis es el ejemplo clásico.

Pienso que el simbolismo de Kafka, tan complejo que a veces resulta difícil de discernir, en realidad representa la psicología del ser humano a un nivel muy pero muy profundo. Más allá de los contextos burocráticos en medio de los cuales sus personajes luchan contra sucesos incomprensibles y fuera de su control, y sus sarcasmos a ese mundo de la burocracia, en su obra aparece en forma consistente, si bien figurada, un inventario muy rico de las pasiones y las debilidades humanas.

El Castillo, que frecuentemente es considerado como el mayor proyecto literario de Kafka a pesar de que murió sin completarlo, es un buen ejemplo. K., el personaje principal, persigue por todos los medios un encuentro con un personaje evasivo (Klamm), quien deberá aclarar cuáles son las condiciones reales de su empleo como agrimensor en la aldea gobernada por el castillo. Cada personaje, cada situación dentro de la historia giran de un modo u otro alrededor de ese posible encuentro: ofrecen pistas falsas o ciertas, acerca de cómo (cuando, donde, a través de quién, mediante cuáles artificios) podría tener lugar ese encuentro, parecen posibilitarlo, parecen sabotearlo, y así sucesivamente mientras que K. varía una vez y otra sus expectativas acerca de lo que obtendrá con el encuentro.

No puedo evitar pensar que el motivo por el cual K. busca obtener el encuentro con Klamm, como un objetivo en sí mismo e independientemente de los temas que se discutan en él, es validarse a sí mismo. Para él, se trataría menos de definir sus funciones o sus condiciones de contratación y más de reafirmar su presencia dentro de la geografía y la comunidad en las que ahora se encuentra, definir su presente y su futuro dentro de ellas. En el fondo, la historia parece más una caricatura de la búsqueda de algo externo que valide la existencia (o la imagen de uno mismo), objetivo que siempre estaría condenado a fracasar precisamente por supeditar, de modo absolute, lo propio a otros.

Tampoco puedo evitar preguntarme si Kafka reflexionó acerca de esa necesidad humana de definirnos en terminos de las relaciones con otros y después creó el personaje, o si la descubrió despues de haberlo creado.

GRACIAS POR LEER Y COMPARTIR MI
BLOG: http://www.florentinoletters.com